Frustrado intento por parte del artesano Ossorio de facturar una película de serie B fantástica, con una serpiente de mar gigantesca que asola las costas gallegas. Falla a todos los niveles, la narrativa es ramplona (siempre lo fue en el cine de Ossorio), la trama un remendo burdo de "Tiburón" (hasta la música es una copia en tono pobre de aquella) y el presupuesto tan bajo que no se pueden disimular las carencias de ninguna de las maneras. Tiene eso si, el encanto casi psicotrónico de las maquetas que tanto gustaban a su director, el impagable monstruo marino que la protagoniza o ver a un despistado Ray Milland interpretando a un profesor especialista en el tema
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